Seis razones más para guardar el domingo
{ por Miguel Cabán }
Los mahometanos observan el viernes, los judíos y algunos cristianos el sábado, pero la gran mayoría de la cristiandad apoya el domingo como día de descanso. Las bases bíblicas para guardar el domingo son las siguientes:
La palabra fin en este contexto se ha traducido del griego "télos" que significa propósito y fin en sentido de terminación. En este caso significa propósito. Si en Romanos 10:4 Pablo quiere decir fin en el sentido de terminación el gran apóstol caería en una contradicción, pues él dice en Romanos 2:18: "Y sabes su voluntad (la de Dios) y apruebas lo mejor instruido por la Ley" (Vea Romanos 2:13).
Notemos ahora el comentario de este texto en el Nuevo Testamento que publicara en 1906 la Sociedad Americana de Tratados: "El fin de la ley es Cristo para justicia; el verdadero objeto (fin) de la ley es dar la vida eterna; mas a los hombres caldos y pecadores es la ocasión de muerte. Al librar a los creyentes de la condenación de la ley y del dominio del pecado, Cristo los hace herederos de la vida eterna y cumple el fin (propósito) de la ley. Creyendo en Jesús se obtiene esta gran justicia que las obras propias no pueden asegurar jamás. La fe induce a obedecer la ley y a hacer obras que recibirán una recompensa abundante y llena de misericordia" (Nota de Romanos 10:4). Dice el apóstol Pablo, en su primera epístola a Timoteo 1:15:," Pues el fin del mandamiento es la caridad..." (Versión Reina-Valera de 1909). En cambio la Revisada del 1960 dice: "Pues el propósito de este mandamiento es el amor..." Esto evidencia que la palabra fin significa propósito en Romanos 10:4.
"No hay prueba bíblica de que Adán y sus descendientes guardaran el sábado por espacio de 2,500 años. El hecho de que por 2,500 años después de la creación no se mencione tal mandamiento, que según los adventista es tan importante, demuestra que la causa adventista carece de evidencia" (Objeción presentada por José Girón, pastor Pentecostal de las Asambleas de Dios).
"Si el apóstol se estuviera refiriendo al sábado del cuarto mandamiento, él estaría afirmando que la ley de Dios es débil y pobre, pues el contexto dice: "¿Cómo es que os volvéis de nuevo, a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os querréis volver a esclavizar de nuevo?" (verso 9). La ley de Dios no es débil ni pobre, "Es santa" (Romanos 7:12) y "Perfecta" (Salmo 19:7). Si Pablo se refiere al sábado ¿por qué no usó aquí (Gálatas 4:10) la palabra sábado que era común en sus días? Las religiones paganas tenían días dedicados a sus dioses, y los Gálatas se habían vuelto de nuevo las observaciones recordativas de servidumbre. Por esta razón Pablo dice: "Temo de vosotros, que haya trabajado en vano en vosotros" (verso 11). De modo que el apóstol se estaba refiriendo a los días que los Gálatas observaban antes de que ellos llegasen a ser creyentes del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y no al sábado del cuarto mandamiento.
Entre los griegos el "ayo" era el que guiaba a los niños, los protegía de los peligros y los llevaba a las escuela -oficio que más tarde desempeñaron los esclavos en Roma con los hijos de sus amos-: pero el ayo no era el maestro de escuela: su misión se limitaba a poner a los niños en manos del maestro. Ahora bien, en la experiencia cristiana se llama niños a los que están dando los primeros pasos en la fe (Léase Efesios 4:14; 1 Corintios 3:1; 14:20; Gálatas 4:3). Así como el ayo guiaba y reprendía al niño, en la misma forma la ley -nuestro ayo-, nos hace conocer nuestros pecados para que acudamos a Cristo; pero deja de reprendernos, como el 'ayo' con los niños, cuando, por la fe, entramos en la escuela de Cristo. Por esto es que "la ley ha sido nuestro ayo" y seguirá siéndolo mientras haya pecadores que llevar al Maestro, a Cristo, pues su propósito esencial es hacer que los pecadores vuelvan su mirada a Jesús como fuente de perdón y santificación.
"¿El estar en Cristo significa acaso que la lay ha caducado? Al contrario, ésta llega a ocupar un lugar más destacado que antes: en vez de estar escrita en tablas de piedra, por la fe en Cristo y la obra del Espíritu Santo es grabada en la mente y el corazón del creyente (Véase Hebreos 8:10). De ese modo "la justicia (de los requerimientos) de la ley", se cumple en nosotros, que ya "no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Romanos8:4). Revista El Centinela de mayo de 1979, pág. 11.
Tenga la bondad de ver en los siguientes puntos que ahora le voy a presentar. "En el Génesis, primer libro de la Biblia, escrito antes de la promulgación de la ley, encontramos repetida alusiones a referencias a hechos que significan la violación de cada uno de los Diez Mandamientos. Eso nos está mostrando que la ley -nos referimos a la ley Moral o Decálogo, que para el cristiano son sinónimos para conocida y practicada, y cuando alguien cometía una trasgresión de la misma, sentía que había pecado y se daba perfecta cuenta de ello.
"Por ejemplo: Cuando Caín se convirtió en el primer homicida, exclamó: "Grande es mi iniquidad para ser perdonado" (Génesis 4:13). ¿Hubiera hablado así de no haber existido un mandamiento que rezara: "No matarás"?
"El robo, el adulterio, el falso testimonio, la idolatría y todas las otras cosas que prohíbe el Decálogo las encontramos insertadas en los relatos de los tiempos patriarcales, con su correspondiente sanción. No se hablaría de violaciones sin la existencia de una ley". (El Sábado, la Ley y la Gracia, por E. Benjamin Gómez, pág. 12)
"Si los Diez Mandamientos, dice un autor, llegaron a existir únicamente cuando Dios los proclamó en el Sinaí y si, además, sólo se aplicaban a los judíos, resulta inexplicable y contradictorio que Dios castigara a los gentiles por violar estatutos que no conocían, o que ni eran para ellos".
"Si la ley de Dios... pudiese ser abolida, no sería necesario haber venido Cristo al mundo, como 'Varón de dolores' y dar su preciosa vida, muriendo por nuestros pecados: bastaría con abolir la Ley, o los mandamientos transgredidos por el hombre. Muriendo en la cruz en nuestro lugar, Cristo nos redimió, no de la obligación de obedecer el Decálogo, pero si 'de la maldición de la ley' (Gálatas 3:13) que es la muerte". (Subtilezas do Erro, pág. 80).