... Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Mateo 28:19,20

¿Violó Cristo el día de Reposo?

{ por Miguel Cabán }

Hace algún tiempo llegó a mis manos una revista titulada "La Fe en Marcha". En la susodicha revista aparece un artículo escrito por el evangelista Yiye Ávila. En la pág. 20 él afirma: "Jesús no observaba el día de reposo (sábado). Jesús no guarda el día de reposo". (La Fe en Marcha, pág. 20, enero de 1992).

Al leer esta declaración, hecha por uno de los principales líderes pentecostales del país, quedé sorprendido porque en verdad no se puede probar por la Biblia que Cristo haya violado el sábado.

Los que se amparan en San Juan 9:16, para decir que Cristo violó el sábado deberían también afirmar -siguiendo la lógica de su argumento- que Cristo fue un hombre pecador porque también los fariseos lo acusaron de ser "un hombre pecador". Es cierto que los fariseos acusaron al Maestro de que violaba el sábado y de que era "un hombre pecador", pero eso no quiere decir que ellos tuvieran razón para hacerlo.

"Los fariseos -según nos dice el pastor G. González- no entendieron bien la forma de observar el sábado y acusaban falsamente al Señor de violar el sábado. Pensaban que orar por los enfermos y sanarlos en sábado era trabajar, pero esa era una acusación viciosa y falsa. Por eso es una ofensa al Espíritu Santo decir que el Señor trabajó en el sábado. Realmente el verdadero reposo del sábado es predicar el Evangelio y hacer obras de bien. El Señor lo reposaba legítimamente. Así lo observamos los adventistas siguiendo el ejemplo de Jesús y María. (San Lucas 4:16; 23:55, 56; San Juan 15:10; 14:15 y 21)." Citado de un artículo escrito por G. González.

Cuando una persona acepta el plan de la salvación que Dios ofrece al hombre, a través de los méritos de nuestro Señor Jesucristo, le es imputada o acreditada la justicia perfecta de Cristo y la obediencia inmaculada del Hijo de Dios. Así que nuestro Redentor Cristo Jesús nos viste con su propio manto de justicia. Se nos acredita el merito de Cristo: su vida recta y se nos trata como si fuéramos justos a la vista de Dios.

Si Cristo violó el sábado -como algunos religiosos sostienen- entonces no se nos podría acreditar una obediencia perfecta ya que Cristo violó -según ellos- uno de los mandamientos de su Padre.

Decir que Cristo violó el sábado, es decir que él transgredió la ley. Pero Cristo dijo en San Juan 15:10: "Yo también he guardado los mandamientos de mi Padre", lo que implica que también obedeció el mandamiento que prescribe la observancia del séptimo día de la semana. Preferimos creer que Cristo observó el sábado como él lo testifica y no creer lo que los hombres afirman.

En el sermón profético que el Señor Jesucristo pronunció antes de ser crucificado, predijo que Jerusalén caería años mas tarde y refiriese a ese tiempo, dijo a los suyos: "Orad pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado" (San Mateo 24:20).

La destrucción de Jerusalén ocurrió en el año 70 de nuestra era, cerca de cuarenta años después de la crucifixión. Esto demuestra que el Señor quería que ellos tuvieran el privilegio de respetar la santidad del sábado, como día de reposo, después de su ascensión.

Según el evangelista pentecostal Yiye Ávila "los apóstoles no exigieron la observancia del sábado". El cita a Hechos 15:19,20 que reza de la siguiente manera: "Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre".

Si el sábado no debe ser observado por el hecho de no haberse mencionado en aquella gran asamblea, de igual modo no tendríamos que cuidamos de jurar profano, de mentir y de codiciar, puesto que tampoco estas prohibiciones fueron incluidas en este discurso.

El verdadero cristiano obedece la ley de Dios, que incluye el mandamiento del sábado, no para salvarse sino como fruto de la salvación en Cristo Jesús. Amén.